Antes del escándalo cripto relacionado con la moneda $LIBRA, una de las promesas tecnológicas más audaces del presidente argentino Javier Milei era convertir al país en un centro global de Inteligencia Artificial (IA). Aunque aún no está del todo claro qué implicaría ser un “AI Hub”, desde el gobierno han señalado ventajas como los bajos costos energéticos, una fuerza laboral calificada y un entorno desregulado como claves para lograrlo.
La IA generativa irrumpió con fuerza a principios de la década de 2020, cuando distintas empresas tecnológicas lanzaron modelos capaces de generar texto, imágenes, videos o música a partir de instrucciones humanas. Para ello, estos modelos aprenden patrones de grandes volúmenes de datos y luego generan contenido propio.
Expertos sostienen que un hub de IA puede tener múltiples formas: desde empresas extranjeras instalando centros de datos por el bajo costo de energía, hasta empresas nacionales creando soluciones tecnológicas innovadoras. ¿Está Argentina realmente en condiciones de convertirse en uno?
Demian Reidel, principal asesor presidencial y defensor del “Silicon Valley argentino”, ha destacado como ventaja comparativa las nuevas capacidades nucleares del país y las tierras inhóspitas y frías de la Patagonia, ideales para instalar servidores de IA. Un ejemplo concreto: la empresa Unblock anunció que está utilizando gas residual de Vaca Muerta para alimentar centros de datos dedicados a la IA.
Además, se había anunciado el lanzamiento del Centro Argentino de Inteligencia Artificial (CAIA) para el 25 de febrero. Sin embargo, este evento fue cancelado días después del escándalo $LIBRA, con la excusa de un “cambio de sede”, sin nueva fecha confirmada.
¿Centros de datos o aplicaciones?
Empresas como Oracle habían confirmado en octubre pasado que estaban explorando la posibilidad de instalar un centro de datos en Argentina, con una inversión estimada de US$ 100 millones. Estos centros son esenciales para entrenar modelos fundacionales como GPT o DeepSeek, que requieren una enorme cantidad de energía.
Sin embargo, según Michael Mandel, vicepresidente del Progressive Policy Institute, Argentina podría tener un rol destacado no tanto en los modelos fundacionales, sino en el desarrollo de aplicaciones basadas en IA. “Los modelos son demasiado caros para cualquiera que no sea una de las grandes empresas. Pero las aplicaciones sí están al alcance de una economía como la argentina”, indicó.
Mandel estima que el país cuenta con unos 12,000 empleos relacionados con IA y menciona empresas nacionales como BotMaker, Keepcon y Etermax, que ya aplican IA en áreas como atención al cliente, moderación de contenido y diagnóstico médico.
El debate sobre la regulación
Mientras que la Unión Europea aprobó en 2024 una ley integral para regular la IA, en Argentina aún se debaten proyectos en el Congreso. Reidel, por su parte, ha sido tajante: “No va a pasar ninguna regulación estúpida”, declaró en una entrevista. Sin embargo, voces del sector privado advierten que la falta de regulación puede no ser tan atractiva como se piensa.
Agustín Schachmann, de Oracle, aseguró que los países que más han avanzado en IA son justamente aquellos que decidieron regularla. Para él, hay cuestiones éticas de fondo que merecen discusión.
En la misma línea, el académico canadiense Nick Srnicek considera que prometer un entorno sin regulaciones no es suficiente para atraer talento ni inversiones. Silicon Valley no solo cuenta con capital y políticas favorables, sino también con una concentración única de talento y redes que no pueden replicarse simplemente con desregulación.
La idea de convertir a Argentina en un hub global de IA es ambiciosa, pero enfrenta desafíos estructurales: desde la competencia global por talento y capital, hasta la falta de claridad en políticas a largo plazo. Aunque el país tiene ventajas como el bajo costo energético y recursos humanos bien formados, su potencial parece estar más en el desarrollo de aplicaciones innovadoras que en competir con gigantes como EE. UU. o China en infraestructura de IA.